Civil War: ¿premonición
en una sociedad en crisis?
Pablo L.
Crespo Vargas
El pasado 20
de abril de 2024, Daniel Nina reseñó la más reciente película del director
inglés Alex Garland, Civil War. En su escrito, Nina nos indica que parte
de su curiosidad era ver cómo “Hollywood (…) se plantea la guerra civil [estadounidense]
como una opción de futuro”. De hecho, esa misma curiosidad debieron tener
muchos de los que fueron a verla, ya que estamos acostumbrados a que
“Hollywood” nos presente su imagen sobre las guerras en otros lugares, sean
estos Afganistán, el Medio Oriente, África, Latinoamérica y hasta en el espacio
sideral, pero en muy limitadas ocasiones ocurre dentro de las fronteras del
propio país, haciendo la salvedad de la gran cantidad de películas producidas sobre
la Guerra de Secesión y su variedad de temáticas. Otra excepción a esta visión
son las películas de escenarios hipotéticos donde los Estados Unidos es invadida
o atacada: Red Dawn (1984, 2012) e Invasion USA (1985). No obstante, estos son
de los pocos ejemplos donde una potencia enemiga es colocada realizando una
incursión en contra del territorio imperial. Son más las producciones que
tipifican al invasor como extraterrestre: The Day the Earth Stood Still (1951),
Independence Day (1996), War of the World (2005), Battle: Los Angeles (2011) y
Battleship (2012), aunque su número sigue siendo reducido es más fácil
imaginarse ese escenario que el propio de una guerra civil en momentos
actuales. Existen algunas series que también se van por esta línea como V (1983
y 2009) y Jericho (2006-2008), la primera de tema extraterrestre y la segunda
presenta un conflicto interno luego de una guerra mundial nuclear. En
literatura es otro cantar, pero no es el tema que analizamos ahora. A
continuación, presento mis impresiones sobre Civil War basado en lo que está
ocurriendo en el Imperio actualmente y cómo el director jugó con ello para ponernos
a reflexionar. Se advierte de que se estén revelando partes de la película.
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Cartel de estreno de la película Civil War Derechos de la imagen pertenecen a 24A Film Uso de la imagen bajo el contexto de los comentarios críticos sobre la obra |
Primeramente,
Civil War es un filme con temática que nos lleva a reflexionar sobre las
atrocidades y sufrimientos de la guerra. Se ven fosas comunes, bombardeo de
civiles, ejecuciones, fusilamientos, desplazados, campamentos de refugiados y
hasta organizaciones no gubernamentales dando alivio a la población civil. Muchas
de las escenas parecen que ya se han visto, pero en otros escenarios geográfico
y reales. A esto, el director evita que el espectador se posicione con alguno
de los bandos. La crueldad y el sufrimiento, en los conflictos reales, se dan
con facilidad en todos los grupos y Garland está consciente de ello. Hablando
sobre bandos, Civil War nos presenta que la Nación estadounidense está dividida
en, al menos, cuatro entidades: los estados leales a Washington DC, las Fuerzas
Occidentales (California y Texas), la Alianza de Florida (estados del sureste
de la zona continental) y el Nuevo Ejército del Pueblo (estados del noroeste y
centro con inclinación aparentemente maoísta). Para muchos fue sorprendente y
hasta contradictorio el unir a California y Texas que, aunque son los estados
con mayor poder económico —cada uno podría ser un país soberano sin ningún
problema—, sus posturas actuales tienden a ser un tanto diferentes. En California
dominan los demócratas y, para muchos, movimientos de izquierda; mientras que
en Texas el sistema es administrado por republicanos y conservadores. En todo
caso, se demuestra la intención del director de no polarizar su película en la
lucha política actual estadounidense y por eso prefiere esa unión, que hoy
parece imposible.
El propio
ritmo de la película busca evitar el que los espectadores desarrollen lapsos de
empatía o apatía con los protagonistas, quienes no son el centro del filme. De
hecho, los personajes, según muchos críticos, no están desarrollados, pero
nuevamente, el director lo hace adrede. Se debe resaltar que la cinta tiene un
tono de película de carretera, ya que inicia en New York City y termina en
Washington DC, viendo en el trayecto una diversidad de situaciones que nos
ponen a pensar reflexivamente.
El propio
inicio, el bombardeo a civiles, situación que vemos en la actualidad que ocurre
en Medio Oriente y en Europa Oriental, ya nos presenta la tonalidad de lo que
veremos más adelante. Iniciado el viaje, el grupo llega a una estación de gas,
allí nos enteramos de lo que pasa con la economía de un país en guerra: su
moneda cae al punto que un emparedado cuesta $300. Los protagonistas,
conociendo esto de primera mano, pagan con moneda canadiense. De allí se pasa a
presentar el oficio de corresponsal de guerra en el momento que milicianos
antigubernamentales recapturan una edificación controlada por las fuerzas de
Washington DC. La siguiente escena presenta a un grupo de francotiradores
enfrentándose a otro. Nunca se sabe de qué bando son, cada grupo asume que el
otro lo quiere aniquilar y su enfrentamiento pasa de ser de uno ideológico a
uno por la sobrevivencia. Posiblemente, esto es lo que viven la gran mayoría de
militares que han tenido que participar de combate: matas o mueres, si no
cumples con el primero, terminas en el segundo. Claro, esto dicta mucho de
discurso propagandista de morir por mi nación, patria, dios o ideología, el
cual es muy trillado, irreal y que solo cabe en la mente de fanáticos. También
existe el discurso que se presenta con la obstinación del que se cree superior
y confía en que el otro morirá por lo que quiera y que él está facultado a
hacer cumplir ese deseo.
Regresando a
Civil War, pasamos a una de las escenas de mayor tensión, la cual es interpretada
por Jesse Plemons —actual esposo de Kirsten Dunst (la periodista veterana y
posible principal actriz de la película)—. Plemons hace el papel de un miliciano
ultraderechista, que discrimina por el origen de sus cautivos para decidir
quién muere o no. Entre la tensión, la rapidez de la escena y la manera de cómo
se llega a ella, el espectador termina sintiendo una muestra muy realista de
los horrores de la guerra. Termina la película en el asalto a la capital,
escenas que los amantes de las películas de guerra esperaron desde el principio
del filme. Estas escenas podrían parecer heroicas, pero, nuevamente, demuestran
lo destructivo que es la guerra con la caída de vidas humanas, que en ese
escenario no tienen valor, y de monumentos, que posiblemente sean más sufridos
que las pérdidas humanas.
No puedo
dejar de mencionar que el sonido de los disparos, el ruido de las máquinas de
guerra y las interpretaciones musicales combinando situaciones tétricas con
melodías que no compaginan con ellas son parte de los recursos que utiliza
Garland para traernos a consciencia que al final la guerra es destrucción,
sufrimiento y muerte; que las ansias de poder, el egoísmo y el fanatismo nos
llevan a ellas; que unas situaciones arrastran a otras; y que cuando no se
tiene otra opción —aunque dicen que siempre las hay—, la muerte termina
glorificándose, aunque la realidad es que ya muerto no importa. Reflexionemos.
Versión original de este artículo fue publicado en El Post Antillano el 8 de mayo de 2024.