Pablo L. Crespo Vargas
Este trabajo presenta un análisis sobre los
paleoindios en el Caribe, utilizando los puntos de vista de tres especialistas
en el tema y dos de sus artículos: Mario Sanoja, antropólogo e Iradia Vargas,
historiadora y antropóloga, ambos venezolanos[2];
y Peter G. Roe, antropólogo estadounidense[3].
Cronológicamente hablando, Sanoja & Vargas inicia su narrativa cerca de
15000 a.C., centrándose en las migraciones paleoindias procedentes del actual
territorio venezolano; mientras que Roe, analiza el arco antillano desde 7000
a.C.
Entre el periodo de 15000 al 8000 a.C., en el área occidental
del actual Venezuela cohabitaron los seres humanos junto a grupos de grandes
mamíferos tales como mastodontes, gliptodontes y megatherium, animales que brindaban
la alimentación necesaria para las bandas de paleoindios, quienes se
especializaron en la caza como modo de subsistencia. A partir de este último
fechado, estos mamíferos se extinguen, dando paso al desarrollo de la caza de
organismos más pequeños. Por otro lado, los recolectores marinos se
desarrollaron en las costas, donde la abundancia de fauna marina proporcionó la
fuente principal de alimentación. Algunos grupos del norte de Sudamérica y de
las Antillas llegaron a subsistir hasta el año 1000 d.C. Cada uno de estas
poblaciones complementaron su dieta con la recolección de vegetación comestible
y en el caso de los recolectores marinos, algunos grupos llegaron a la caza de
pequeños mamíferos.
El grupo de los cazadores especializados muestra un
claro proceso evolutivo en cuanto a la tecnología de la caza y relacionado con
los cambios ambientales. Antropólogos, como Joseph María Cruxent, indican que en
la etapa inicial se desarrolló un estilo de caza directo, donde los cazadores
debían embestirse contra su presa. Con la extinción de los grandes mamíferos y
la búsqueda de mejores instrumentos de caza para animales más pequeños y
ágiles, se desarrollaron pulidos en piedra, más eficaces y de menor tamaño que
los utilizados en periodos anteriores.[4]
Otro elemento que surge son las puntas líticas de proyectil. Estos, al igual
que las armas de embestida, sufren una reducción en tamaño y mejoras en su
diseño balístico que las hace más efectivas.[5]
El desarrollo de armas arrojadizas lleva a los autores a concluir que estas
constituyeron “una liberación relativa de las fuerzas ambientales que
determinaban el modo de vida”.[6]
Básicamente, el ser humano americano comenzaba a tener un mayor dominio de su
medio ambiente; ya no tenía que esperar a que su presa apareciera, sino que él
mismo podía encargarse de buscarla fuera de su entorno, con la seguridad y
confianza que este acto conllevaba.
Los recolectores marinos especializados surgen como
patrón de subsistencia a partir del 7000 a.C.
Estos se desarrollan mediante la adaptación a un medio ambiente que les
proporcionó lo necesario para subsistir.
Inicialmente el material utilizado para sus artefactos fue la piedra,
sin embargo, la adaptación ambiental los llevó a la utilización de otros
materiales como el hueso y posteriormente las conchas. Uno de los avances fue
la fabricación de hachas con conchas, las cuales fueron de gran utilidad en los
trabajos de madera. Según los autores,
esto pudo haber sido factor determinante en la creación de una cultura
navegante que iniciara el proceso de poblar las Antillas. Otros avances
tecnológicos alcanzados fueron el desarrollo de redes y artefactos flotadores.
En el primero se puede evidenciar el dominio desarrollado sobre el tejido
vegetal.
Las Antillas fue un
lugar propicio para la continuidad de sociedades de recolectores marinos
especializados debido a que la fauna marina era abundante, mientras que la
terrestre era escasa, a la vez, que existía una carencia en cuanto a cultivos
autóctonos. Una excepción a esta aseveración fue la presentada por Veloz
Maggiolo y Ortega en cuanto al complejo de la Cordillera Central, región del
Cibao, La Española. Allí se encontró
puntas hechas de sílex “de excelente calidad, y de gran tamaño”.[7]
Aunque estos artefactos no concuerdan con las culturas insulares posteriores se
ha teorizado que su desarrollo se dio debido a la posible caza de los primates
conocidos como parocnus serus, de cual se ha encontrado evidencia de su
existencia en la región hasta cerca del 840 a.C.
Un elemento que debemos
analizar con detenimiento es el presentado por los autores sobre “el abandono
progresivo del cultivo o de ciertas técnicas de consumo de alimentos vegetales,
a favor de la recolección altamente especializada de conchas marinas”.[8] Este hecho denota que el proceso de
recolección marina presentaba una fuente de fácil acceso y con una producción
alimenticia mayor que la conseguida por medio del cultivo.
En el ámbito antillano, no existe evidencia
arqueológica de esta primera manifestación. La evidencia arqueológica que se
encuentra es de los grupos de cazadores que se habían trasformado en
recolectores especializados. Esta transformación se debió, posiblemente, a la
falta de una economía sustentable cuya base era la caza.
El segundo artículo trata sobre los indios arcaicos
procedentes de América Central, los cuales se establecieron tanto en Cuba como
en la Española.[9]
Se debe mencionar que tanto Jamaica como Puerto Rico, aparentemente no fueron
pobladas por estos grupos. La primera,
sin razón aparente; la segunda porque se convirtió en una frontera natural ante
los arcaicos procedentes del Orinoco.[10]
Contrario a la creencia generalizada de presentar a los
grupos arcaicos como simples nómadas y recolectores, Peter Roe, expone que los
arcaicos provenientes de Centroamérica eran sedentarios.[11]
En cuanto a este punto, se presenta como evidencia los hallazgos arqueológicos
de asentamientos tan antiguos como el 4000 a.C.[12] En estos asentamientos se han hallado
artesanía tallada y decorada, lo que es muestra de trabajos especializados y
del desarrollo de una agricultura, base importantísima para el sedentarismo.
Otro aspecto que demuestra la artesanía y el pulido especializado de la piedra
es la existencia de algún grupo encargado de las creencias religiosas. Aunque
el autor no lo indica directamente, ambos aspectos son demostrativos de la
formación inicial de una sociedad con estratificación social.
Otro aspecto presentado por Roe y que nos sirve,
también, como evidencia de los inicios de la estratificación social son “las
varas de autoridad”. Estas, se cree, eran símbolos de control y le conferían a
sus portadores el poder de lo que el autor llama un “cacique de guerra”. Con este aspecto, podemos reconstruir una
sociedad arcaica con al menos cuatro estratos: “el cacique de guerra”, los
especialistas en religión, los especialistas en artesanía y pulido, y los
recolectores.[13]
Ambos artículos nos llevan al periodo inicial de la
colonización indígena del Caribe insular. Por un lado, Sanoja y Vargas, nos describen esos primeros pobladores
procedentes de Venezuela que son divididos entre los recolectores marinos, los
cuales iniciaron el movimiento humano hacia las Antillas; y los cazadores
especializados, que al migrar hacia la zona insular evolucionaron al grado de
recolectores especializados debido a la poca efectividad de una economía basada
en la caza en un ambiente no apto para ello. Por el otro lado, están los indios
arcaicos procedentes de Centroamérica, que se establecieron en Cuba y La
Española.
Si evaluamos a los grupos arcaicos centroamericanos
con los pocos datos arqueológicos que se tienen sobre su economía podríamos
determinar que ellos, aparte de ser recolectores (podrían ser marinos o
terrestres, quizás ambos) y cazadores de pequeños animales o aves; pudieron
haber desarrollado algún tipo de horticultura menor o irregular, que
justificara la creación de una artesanía. En Sanoja y Vargas, se indica que
cerca de 2000 a.C. ya se había introducido de forma “significativa el consumo
de alimentos vegetales” en sitios como Hoya del Toro, provincia de Macorís, La
Española. Debemos señalar, que ninguno de estos hallazgos es prueba
significativa del desarrollo de una horticultura simple. No obstante, no
debemos olvidar el señalamiento que hace Roe al indicar que los grupos nómadas
no tienden a desarrollarse como artesanos ni pulidores de piedra, ya que les
sería molestoso cargarlos con ellos. En otras palabras, la artesanía para ser
desarrollada tenía que ser por alguna necesidad, y esta era, primordialmente,
el consumo de productos vegetales y, a su vez, el desarrollo o inicio de la
agricultura.
Referencias bibliográficas
Roe, Peter G., “Los indios
arcaicos... ¿forrajeadores simples?”, El
Nuevo Día, San Juan, 14 de junio de 1999.
Sanoja, Mario e Iradia Vargas
Arenas, “Los cazadores especializados y recolectores marinos especializados”, Antiguas formaciones y modos de producción
venezolanos. Monte Ávila, Caracas, 1992, 3ra ed., pp 35-50.
[1] Originalmente este ensayo fue uno de los
requisitos para un curso de maestría sobre Culturas Aborígenes, dictado por Dr.
Pablo Hernández González, en el 2005, donde se hace un estudio historiográfico
utilizando dos artículos sobre los paleoindios.
[2] Sanoja, Mario
& Iradia Vargas: “Los cazadores especializados y recolectores marinos
especializados”, Antiguas formaciones y
modos de producción venezolanos, 3ra ed., Caracas, Monte Ávila, 1992, págs.
35-50.
[3] Roe, Peter G.:
“Los indios arcaicos… ¿forrajeadores simples?”, El Nuevo Día, San Juan, 14 de junio de 1999, 2 págs. El artículo es
una fotocopia, obtenido del archivo periodístico vertical de la Universidad
Interamericana, Recinto Metro. En el momento de archivarlo, se descuidó el
proceso de preservar la paginación original.
[4] Sanoja y Vargas
indican reducciones en el tamaño de los instrumentos de hasta un 67%. La reducción de tamaño fue acompañada de un
mejoramiento en la utilidad de los bordes. Como si esto fuera poco, se comenzó
una especialización en el uso de otros instrumentos destinados a mejorar los
hábitos alimenticios.
[5] Los autores
comparan los proyectiles del complejo de las Lagunas (15000-12000 a.C.) con
otras fechadas en el periodo del 10000 al 8000 a.C., encontradas en el llamado
complejo El Jobo. Con el surgimiento de puntas usadas como proyectil la cacería
pasa a ser de tipo semidirecta.
[6] Sanoja y Vargas,
“Los cazadores especializados…”, pág. 37.
[7] Ibídem, pág. 40
[8] Ibídem., pág. 47.
[9] Roe, Peter G.: Los
indios arcaicos…, págs. 1-2.
[10] Ibídem.
[11] Ibídem, pág. 2,
indica que “ciertos grupos pudieron
haberse movido con las estaciones del año desde la costa hacia el interior para
buscar los recursos acuáticos y terrestres”.
[12] Roe indica que
los grupos poblacionales de cerca del 4000 a.C. eran de menor tamaño que los
del 2000 a.C. Esto puede estar claro
debido al proceso evolutivo de la sociedad, la cual se va adaptando al medio
ambiente que habita y mejora las técnicas de sobrevivencia para este.
[13] Entendemos que
este punto podría ser debatido y que merecería un mayor grado de atención que
incluiría un estudio bibliográfico más detallado.
Muy interesante este escrito Pablo. No hay duda que el hombre ha migrado desde sus comienzos como un procesos innato en su esencia. De estos procesos migratorios nos convertimos en entes que combinan la mutación genética, dando rasgo compuestos en la apariencia personal y aprendiendo diferentes actividades.
ResponderBorrarGracias Gladys, muy acertado tu comentario. Es de suma importancia conocer a las distintas sociedades que han existido en nuestro entorno histórico, mas en nuestra cuenca caribeña, lugar por donde han pasado cientos de grupos poblacionales y que han contribuido a lo que somos hoy día.
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