Prólogo
Por Grace M. Robiou Ramírez de Arellano
“Apresúrate
a transmitir lo que te corresponde
de
maravilla, de rebelión, de generosidad.”
José
Saramago
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Fue un amigo propio y de mi hermano, quien aquella
tarde de junio me enseñó lo que era Tumblr y en un dos por tres me armó el
blog. Ya no tuve excusas para seguir postergando escribir algo que no fuese un
ensayo o un artículo de carácter académico. A decir verdad, me sentí bien ese
día. Supe que nací con la necesidad de escribir.
Desde un principio, el propósito de Coa La Macacoa ha
sido crear un mecanismo interactivo para mantener contacto con la gente a quien
quiero en Puerto Rico, Santo Domingo y otros lugares, a pesar de la distancia.
Vivo en el área metropolitana de Washington D.C. y viajo al trabajo casi todos
los días en el Metro. Como estoy fuera de la casa de 7:00am a 6:00pm, al abrir
el blog me propuse que los textos serían pensados y escritos en mi Blackberry
(luego iPhone) en mi trayectoria de ida y vuelta al trabajo. Así, el blog se
llamaría Coa La Macacoa en memoria a mi apodo de la infancia (Coa) y sería una
colección de “Cosas que escribo en el Metro. Para mis familiares y amigos.”
Este libro recopila la gran mayoría de los textos
escritos en el blog desde junio de 2013 hasta enero de 2016. Decidí agrupar los
artículos en cuatro categorías: Inventos, Actualidad, Memorias y Reflexiones.
Dentro de cada categoría, los artículos están presentados en el orden en que
fueron escritos. He revisado todos los textos para corregir errores
ortográficos y actualizar el uso de los acentos acorde a las nuevas reglas
gramaticales. En algunos escritos edité el contenido para mejorarlos (o eso creo).
Descarté para publicación cuatro artículos de amigos que había publicado en el
blog y un puñado de escritos con los cuales no pudiera vivir de verlos
incluidos en un libro de carne y hueso.
Sin querer queriendo, Coa La Macacoa es una bitácora
de mis recuerdos y pensamientos entre 2013 y 2016. Por supuesto que hubo mucho
que recordé o pensé y no escribí, pero puedo afirmar que lo escrito y publicado
responde a un deseo evolutivo y creciente de dejar de hablar sobre lo que me
ocurre y en vez hablar sobre lo que se me ocurre. Al releer los textos pude ver
los temas que me ocupan y me preocupan, al igual que pude apreciar las maneras
en que mi escritura mejoró con el tiempo, y si empeoró, qué circunstancias
contribuyeron a ello. Sin duda, este libro incluye textos flojos y chatos que
carecen de genio y estructura. He decidido publicarlos de todas formas en busca
de un objetivo tan simple como inamovible: vivir de forma sensata, sin
grandezas y sin complejos, siéndome fiel a quien era en otro momento. Allí, es
donde radica la belleza.
El lector ávido notará el post titulado “Mi única
resolución de Año Nuevo” del 27 de diciembre de 2015. Dice: “Ya sé que no se
espera de todos los que nos rodean, como se espera de los poetas, que nos
ayuden a hallar sentido a nuestra vida. Quizá por eso es que nos corresponde
ensayar la hazaña menor de hallar sentido a las formas en que intentamos hallar
sentido a nuestra vida. A esa gran hazaña menor quiero dedicarme en el 2016.
Para no ser una narradora de historias bañadas en kétchup. Para no vivir al
borde de un mundo de hielo. Mi resolución para el año entrante es ocuparme de
cosas que solo se pueden decir escribiendo.”
Es un deseo
que no he podido cumplir hasta el momento. El 28 de enero de 2016 fui
diagnosticada con cáncer. Lejos de dedicar más tiempo a escribir, he pasado lo
que va del 2016 atendiendo mi salud y amando a mis seres queridos con toda la
fuerza que me es posible. Por eso me corresponde publicar este libro en este
año. Es la única manera que tengo de cumplir mi resolución. Es la mejor manera
de ensayar mi gran hazaña menor.
Quisiera
pensar que con este libro cierro la primera parte de unas memorias concienzudas
y que volveré a escribir pronto. Por el momento, quiero agradecer la alegría y
la bondad de aquellas personas quienes de una manera u otra me motivaron a
escribir durante la etapa del blog o me han ayudado a luchar y a mantener el
ánimo en alto durante los últimos meses. Gracias al blog he hecho algún amigo,
reencontrado a otros, establecido contactos profesionales; he asumido riesgos y
comprendido que siempre habrá quien te aplauda por lo que eres y quien te
ataque por la misma razón.
Gracias
totales a mi esposo Sergio Rivera Araya, a mi hijo Santiago y a mi hija
Natalia. A nuestro perro Liam. A mi papá Sebastián Robiou Lamarche, por ser
ejemplo de hombre renacentista y por el amor con el que se dedicó a hacer
realidad este libro. A mi mamá Josefina
Ramírez de Arellano del Valle. A mi otro papá Jorge Soltero Schmidt y a mi otra
mamá Mary Medina Ortiz. A mi hermana Claudia Robiou, por la portada y tanto
más. A mi hermano Álvaro Soltero. A mis tres hermanos Omar Gómez, Jorge Manuel
y Javier Soltero. A Rodrigo Rivera, Ana Lorena Rivera y Barbara Smith. A Gloria
Salas Ponce y a mis hermanos Carlos, Juvenal y Rodrigo Correa Salas. A aquellas
amistades que se han entregado de veras: Mauricio Alvarado, Lina Briceño, Juan
Carlos Canavaggio, Mariana Eberle Blaylock, Ramón Gómez, María Cristina
González Noguera, Jeanne Heying, Miki Kasai, Giselle López Soler, Noemi
Mercado, Marisse Rovira Juliá, Pedro Smith Blondet, Carlo Tondini y Oscar van
Angeren. A un grupito de personas que a pesar de no conocerme o conocerme muy
poco me han apoyado con solidaridad y ternura: Rafael Acevedo, Rima Brusi, Luis
Fernando Coss, Eugenio García Cuevas, Ricardo Martí y Soldanela Rivera. A los
extraordinarios doctores Michael Pishvaian, Mohammed Bayasi y Keith Unger, y a
decenas de profesionales de la salud en Georgetown University Hospital, por
literalmente salvarme la vida. A todos, espero que de algo le sirva leer este
puñado de trabajos. Desde luego me ha servido a mi escribirlos.
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