Imagen de mosquito Aedes aegypti picando a un humano, en Dar es Salaam, Tanzania. Foto de Muhammad Mahdi Karim (2009), GNU Free Documentation License v. 1.2. |
El dengue se presenta
de dos maneras: fiebre de dengue y fiebre hemorrágica del dengue. El primero es
de tipo gripal que afecta a los niños y a los adultos, pero rara vez causa la
muerte; el segundo es otra forma más grave, en la que pueden sobrevenir
hemorragias y a veces un estado de choque, que lleva a la muerte. En los niños
es sumamente grave.
Los primeros casos de
dengue hemorrágico comprenden a Curazao y Venezuela en la década de los
60. Honduras, Jamaica y Puerto Rico en
los 70. En 1981 hay un fuerte brote en Cuba y Venezuela es atacada de nuevo en
1989. De allí en adelante el dengue hemorrágico se expande por toda América
Latina. Anterior a ello, en 1953-1954 se encuentra en Trinidad y Tobago un
dengue en una situación no epidémica.
Por intermedio del
Aedes aegypti también se produce la fiebre amarilla. Las dos enfermedades
llegaron a América con los esclavizados africanos, quienes “vinieron” a
trabajar en las plantaciones y minas recién descubiertas. Como ya lo dijo el
sacerdote jesuita Alonso de Sandoval “el hacinamiento de los barcos y de las
barracas para su hospedaje determinarían una rápida y mortífera dispersión de
las enfermedades”.
Investigadores como
Dotres Martínez opinan que el origen del dengue se remonta al año 1823, donde
esclavos procedentes de África Occidental introdujeron en América los términos
dinga o dyenga con la que se nombró una epidemia de la enfermedad en su tierra
natal. Dotres Martínez cree que dengue es una palabra proveniente del idioma
swahili, muy utilizado en África Oriental. Otra opinión nos la da Bernardo
Fernández Chelala: “Benjamín Rush descubrió una epidemia en Filadelfia en 1780
y otra en 1801 en Madrid”, con las mismas características del dengue.
La voz dengue es
originaria de lo que hoy conocemos como la República de Angola, República del
Congo y República Democrática del Congo, se le conoce a través de los idiomas
kimbundu (ndengue: “niño pequeño, crío”) y el kikongo (ndengue: “recién
nacido”). En Brasil se le llama “meu dengue” a los niños y en Venezuela, Cuba,
Colombia y el resto del continente americano, la palabra dengue se relaciona
con el virus del dengue hemorrágico.
En la santería cubana
hay el vocablo dengué, bebida elaborada a base de maíz seco, azúcar y unas
gotas de miel de abejas; la misma se ofrece a las deidades antes de dar inicio
al rito. A este brebaje se le llama también ñanguerí.
En el calé, léxico del
lumpen venezolano, se decía por los años 60: ¿cómo está el dengue?, como está
la cosa. El calé venezolano estaba compuesto por muchas palabras de origen
africano. El Diccionario de la Real Academia Española y el Larousse solo dicen
que es una voz onomatopéyica, sin poner su origen. El lingüista Laman (1972)
escribe que ndingui es palabra kikongo y es “crisis de desesperación,
enfermedad, canto de dolor”. Ese mismo criterio dan las investigadoras cubanas
Gema Valdés Acosta y Myddri Leyva Escobar en su diccionario de bantuismos en el
español de Cuba (2009).
El primero de abril de
1952, el cantante y compositor puertorriqueño Bobby Capó graba la guaracha
Dengue. Música y letra de Severino Ramos y Walfrido Guevara.
A principios de los
años 60 del siglo XX, el famoso músico y compositor cubano –radicado en México
desde los años 40- Dámaso Pérez Prado uno de los padres del mambo, -el otro es
Orestes López, el macho-, crea un ritmo que sigue la línea del mambo, con
raíces de la guaracha-son y elementos de la música de los pueblos del Congo y
Angola; ese nuevo ritmo Pérez Prado lo bautiza con el nombre de “El dengue”. El
sonido que sobresale en la orquesta es a base de un hierro percutido con dos
baquetas, donde se repite la misma figura durante toda la pieza. Al imponerse
la moda efímera del dengue las parejas bailaban realizando figuras como si
tuvieran una tembladera. Entre las melodías más conocidas de la época tenemos
“el dengue universitario”; anteriormente Pérez Prado había producido otro ritmo
llamado “La Chunga”.
En el año 1966 el
público cubano se llenó de gozo con la puesta en escena de la zarzuela “El
dengue” del compositor y director Rodrigo Prats, autor de la afamada zarzuela
Amalia Batista.
Fuentes consultadas:
Álvarez Nazario,
Manuel. El elemento afronegroide en el
español de Puerto Rico. Contribución al estudio del negro en América. Segunda
edición. San Juan de Puerto Rico:
Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1974.
489 p.
Cabrera, Lydia. El Monte (Igbo – Finda; Ewe Orisha. Vititi
Nfinda) Notas sobre las religiones, la magia, las supersticiones y el folklore
de los negros criollos y el pueblo de Cuba). Cuarta edición. Miami: Ediciones Universal, 1975. 564 p.
Dotres Martínez, Carlos
et al. “Dengue hemorrágico en el
niño”. En: Cadernos de Saúde
Pública. Río de Janeiro: Vol. 3, Nº 2,
June 1987. pp. 158-180.
Fernández Chelala,
Bernardo. “Fiebre hemorrágica por
dengue”. En:
www.monografias.com/trabajospdf/fiebre-hemorragica-dengue/fiebre-hemorragica-dengue.pdf
Garciaporrua,
Jorge. “Yo soy así”. En: Clave. La Habana: Nº 13. pp. 23-27.
Nota: Entrevista imaginaria al músico Rodrigo Prats.
Laman Aman, Karl y
Maurice Westling. Vocabulaire kikongo-français /
français-kikongo. Kinshasa: Leco, 1972.
Larousse. Diccionario Enciclopédico 2007. Decimotercera
edición. Bogotá: Ediciones Larousse,2007.
Orovio, Helio. Diccionario de la música cubana. Biográfico y
técnico. Ciudad de la Habana: Editorial
Letras Cubanas, 1981. 442 p.
“Palabras de Origen
Bantu Inseridas no Portugués”. En:
http://www.geocities.com/kimbundohp/palavras2.htm
Real Academia Española.
Diccionario de la Lengua Española. Vigésima Segunda Edición. Tomo 4. Madrid:
Espasa, s.a.
“Situación histórica
del dengue en América”. En:
www.ahora.com.de/Ediciones1335/SECCIONES/actualidad7.html
Valdés Acosta, Gema y
Myddri Leyva Escobar. Diccionario de
bantuismos en el español de Cuba. La Habana: Instituto Cubano de Investigación
Cultural Juan Marinello, 2009. 158 p.
¡Muy interesante este estudio del vocablo dengue!
ResponderBorrarExcelente información!👍🏽
ResponderBorrarGracias a Arturo Álvarez D'Armas por excelente artículo.
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